martes, 24 de octubre de 2017

CLÍNICA DE LA EMBOLIA GASEOSA

Cuando una burbuja de aire entra en el torrente circulatorio, dependiendo de su tamaño, va a tener unos efectos u otros en el organismo. Si esta burbuja es pequeña, la sangre va a ser capaz de disolverla sin mayor problema. Si, por el contrario, llega a los 20cc, pueden empezar los problemas.

La burbuja en el torrente circulatorio puede provocar lo que se conoce como embolia gaseosa que, dependiendo del tipo de vaso en el que se produzca y de la localización del mismo, va a resultar más o menos peligroso.

El aire actúa como un coágulo, interrumpiendo la circulación. Este corte siempre es más peligroso cuando se produce en arterias que en venas, ya que se va a detener el transporte de oxígeno y nutrientes a los órganos que estén irrigados por la misma.

A mayor cantidad de aire, supone más riesgo, ya que puede taponar arterias más grandes e importantes.

El cerebro, los pulmones y el corazón son los órganos vitales por excelencia, y donde más peligroso es que se produzca este fenómeno. Si la embolia se produce en alguna de las arterias que irriga el cerebro, dependiendo de la zona en que se dé, puede dar lugar a un ictus o un accidente cardiovascular. Si se produce en las arterias del pulmón, puede dificultar el intercambio gaseoso, dando lugar a la hipoxia de los órganos que, si se mantiene, causaría su muerte. Y si se produce en las arterias cardíacas, puede causar incluso la muerte, produciendo un infarto.
Sus síntomas no son fácilmente distinguibles, razón por la cual resultan fatales la mayor de las veces, ya que se pueden confundir con un ACV, infarto o insuficiencia pulmonar, dependiendo de dónde se produzca.

Uno de los tratamientos que más se suele utilizar es el de la cámara hiperbárica, donde se produce la recompresión.

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