En la década de los 80, el SIDA causó la muerte de centenares de miles de personas en todo el mundo. Sus efectos calaron muy fuerte en la sociedad de aquella época; es muy poco frecuente que personas que en la actualidad rozan los 50-60 años no hayan conocido a alguien que se haya muerto por SIDA; se iniciaron campañas de sensibilización contra el VIH, enfocadas sobre todo a la utilización del preservativo en las relaciones sexuales, y en la concienciación a las personas drogadictas de los problemas que podría conllevar el hecho de compartir la jeringuilla. Por todo esto, las incidencias fueron descendiendo.
Sin embargo, a finales de los 90 y principios de los 2000, volvió a haber un repunte en el número de nuevos casos. Probablemente la causa esté en que las nuevas generaciones que vivieron su adolescencia y juventud en estos años, ya no habían vivido el horror del SIDA en sus propias carnes, por lo que se le perdió ese respeto o miedo, y se volvieron a repetir los mismos errores del pasado: la juventud volvía a no usar el preservativo en las relaciones sexuales.
No obstante, parece que en la actualidad esa incidencia ha ido descendiendo. La educación de los jóvenes ha sido clave en este proceso.
Según el Informe VIH-SIDA 2016, del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, los datos de los métodos de infección en de VIH en España en 2015 son los siguientes:
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