Cualquier persona puede ser donante de órganos. Así, un donante va a ser cualquier persona que en vida no haya expresado lo contrario y que tras su muerte los órganos están en las condiciones adecuadas para la extracción. A pesar de esto, sólo aquellas personas que fallezcan en un hospital, para ser más concretos, en la Unidad de Cuidados Intensivos, será el candidato apropiado, ya que aquí se van a poder preservar los órganos y realizar las pruebas pertinentes.
Aunque una persona tenga el carnet de donante, una vez fallecido, a no ser que su familia también esté de acuerdo y la autorice, la extracción no va a ser posible. La mejor forma de asegurarnos de que nuestra decisión se lleve a cabo es dejando una última voluntad, de manera que nadie va a poder decidir lo contrario.
Los órganos que se van a poder donar son varios, desde los riñones, el hígado, el páncreas hasta los pulmones y el corazón. Pero no solo vamos a poder donar órganos, sino que también podemos donar tejidos como el hueso, las válvulas cardíacas, las córneas de los ojos…
Lo ideal es que de una donante se puedan obtener el máximo provecho y la mayor cantidad de órganos posible, pero cada uno de nosotros puede elegir que órganos donar y cuáles no, decisión que se a respetar en todo momento y en la cual nadie va a interceder.
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