
Tradicionalmente se nos ha advertido de que tengamos cuidado y que no nos coja el frío si no queremos tener un catarro o una gripe. Pero, en realidad, numerosos estudios han demostrado que los resfriados o las gripes son enfermedades causadas por virus que se transmiten interpersonalmente y que la exposición al frío no incrementa las posibilidades de contraer estos virus. Concretamente, se transmiten a través de los conductos nasales mediante estornudos y tos que diseminan gotitas microscópicas de saliva que transportan dichos agentes infecciosos.
Por otra parte, la verdadera razón por la que tendemos a enfermar con más frecuencia durante el invierno y otoño es porque pasamos más tiempo en espacios interiores, en general saturados de gente, y el traspaso de gérmenes es más común. Además, la combinación de frío y escasa humedad favorece la sequedad de nuestras mucosas y vuelve más susceptibles las fosas nasales.
Para combatir estos virus hay una serie de medidas que podemos tomar:
- Procurar mantener un interior húmedo y bien ventilado, abriendo las ventanas y usando humidificadores.
- Cubrir tu boca y nariz con una bufanda o mascarilla.
- Cubrirse la boca al estornudar o toser (nunca con la mano).
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